Vistas de página en total

El combate donde Prat y Grau unieron fuerzas

No muchos saben que los héroes Arturo Prat Chacón y Miguel Grau Seminario combatieron juntos contra España a solo trece años de la guerra del Pacífico. La batalla se lidió en un pequeño puerto de la comuna de Calbuco en la décima región y se le conoce como el combate naval de Abtao.

LA GUERRA CONTRA ESPAÑA

Fue sostenida por Chile y Perú, como aliados, entre 1865 y 1866 y fue la ocasión para que entraran en la historia naval chilena figuras relevantes como el Capitán de Fragata Juan Williams Rebolledo, posteriormente Comandante en Jefe de la Escuadra Nacional.

-> El 18 de septiembre de 1865, el Almirante español José Manuel Pareja (hijo del General Pareja, muerto en Chile durante la campaña de 1813) recala en Valparaíso para reclamar el desagravio chileno por campañas de descrédito contra España, bajo amenaza de bloquear y destruir los dos principales puertos con su artillería. Chile declara la guerra a España, con una flota de tan sólo 2 buques con una suma de 22 cañones al mando de Juan Williams Rebolledo: Esmeralda y Maipú. Por su lado, España tiene 8 embarcaciones, con 238 cañones.

-> Las naves chilenas fueron enviadas a Chiloé a la espera de las negociaciones diplomáticas para formar una escuadra combinada chileno-peruana para hacer frente al poderío naval español. Perú se encontraba en una revolución interna y su escuadra dividida.

-> El líder revolucionario peruano, Mariano Prado, ofrece ayuda al enviado chileno, Domingo Santa María, y pide enviar a las embarcaciones chilenas a Perú para montar una expedición común. El Capitán de Corbeta, Juan Williams Rebolledo, debió sortear las embarcaciones españolas que controlaban el mar. Una vez en Perú, se entera de que esperan el desenlace de su propia revolución y emprende el viaje de regreso.

-> Los barcos chilenos recalan a reabastecerse de carbón en Lota cuando se enteran de que la goleta española Virgen de la Covadonga custodiaba el puerto de Coquimbo para impedir el contacto con el Perú. Al enterarse, Rebolledo ordena atacarla con la Esmeralda, zarpando el 21 de noviembre.

-> El de noviembre de 1865, la Esmeralda llega a Tongoy, enterándose de que Virgen de la Covadonga viajaría a bloquear el puerto de San Antonio, adelantándose. El 26 de noviembre de 1865 se llevó a cabo el Combate Naval de Papudo, cuando la Esmeralda rompió fuego contra la Covadonga. La artillería de la Esmeralda logró neutralizar al enemigo y la rendición de su Comandante, Luis Fery, entregando el mando a Manuel Thomson Porto Mariño. Rebolledo ordenó el cerrado de las escotillas para reparar la nave en puerto. La Esmeralda resultó sin bajas, mientras que la Covadonga sufrió muertes y heridos, mientras que 6 oficiales y 1 tripulantes quedaron retenidos.

La Virgen de la Covadonga pasó a ser el tercer buque de la escuadra chilena, el mismo que será utilizado posteriormente en los combates navales de Iquique y Punta Gruesa, en 1879, a favor de Chile.

Aparte de la dotación de artilleros, en la cubierta de la Esmeralda se distinguió la promoción de Guardiamarinas del curso de 1858, donde destacaron con relevancia Arturo Prat Chacón, Carlos Condell, Juan José Latorre, Luis Uribe y Jorge Montt, conocidos como el “Curso de los Héroes”, junto con otros participantes de la Guerra del Pacífico en 1879.

En medio de las conmemoraciones del Combate Naval de Iquique y sus consecuencias, hoy es poco difundida la campaña que sostuvieron Chile y Perú contra la Madre Patria, en un intento fallido por retomar esta parte meridional de sus ex colonias.

Días antes del Combate Naval de Papudo, el gobierno peruano fue depuesto por los revolucionarios y Mariano Prado asumió la Presidencia. El nuevo gobierno acordó el envío de su escuadra para unirse a la chilena en Chiloé. Antes de iniciar operaciones ofensivas contra la flota española, las fuerzas peruanas esperarían el arribo de los nuevos blindados a la isla. Se trataba de los históricamente célebres Huáscar e Independencia.

UNA BASE ESTRATÉGICA

El 3 de diciembre de 1865, inician la travesía las fragatas Apurímac y Amazonas y 44 días después las corbetas Unión y América.

En el entretanto, el recién ascendido capitán de navío Juan Williams Rebolledo, con la corbeta Esmeralda, la goleta Covadonga y el vapor Maipú, habían organizado el apostadero naval de Abtao, cerca de la isla de Chiloé. Este lugar de reunión de la flota aliada se dispuso en dos ensenadas (parte del mar que entra en la tierra) colindantes a la isla, ubicada en la ribera norte del canal de Chacao.

Se montó una maestranza capaz de reparar las naves de las naciones aliadas.

LA OFENSIVA ESPAÑOLA Y LA ESTRATEGIA ALIADA

El 10 y 14 de enero, zarpaban de Valparaíso las fragatas enemigas Villa de Madrid, al mando del comandante Claudio Alvargonzález y la Blanca, al mando del comandante Juan B. Topete, en búsqueda de la escuadra aliada.

Una semana más tarde, el Gobierno dispuso el desplazamiento del vapor Maipú hasta Magallanes, a fin de interceptar los transportes hispanos Odessa y Vascongada.

El 4 de febrero, se presentaron para el servicio en Abtao las corbetas peruanas Unión y América, muy escasas en carbón y víveres. Al día siguiente, el capitán de navío Juan Williams Rebolledo decidió ir con la Esmeralda a Ancud para procurar los elementos logísticos requeridos por las corbetas peruanas, dejando al mando al jefe de la división peruana, Manuel Villar.

EL MOMENTO DE LA VERDAD

El 7 de febrero, el vigía del apostadero anuncia a las 6.30 un buque a la vista que se creyó podría ser la corbeta Esmeralda. 90 minutos después se identifica, sin lugar a dudas, a las fragatas enemigas con una navegación muy lenta y precavida. Recién a las 3 de la tarde quedaron los contendientes a la vista.

El tiempo disponible desde el avistamiento inicial fue suficiente y muy bien aprovechado para preparar la fuerza aliada para el combate. Se calentaron máquinas y anclaron las 4 naves en línea de fila estrecha, unidas con espías (cuerdas con que se atan las embarcaciones para dar estabilidad), de manera de cubrir con sus cañones los dos accesos a la ensenada.

Se completaron las dotaciones vacantes en las dos corbetas recién arribadas, los cañones montados en tierra fueron cubiertos y se estableció una enfermería de campaña.

A las 3.30 de la tarde, la Apurímac rompió el fuego, y fue seguida por todas las unidades aliadas a una distancia de alrededor de 1.500 metros.

Durante el combate se le cortó una espía a la corbeta América. Ante ello, la Covadonga, al mando de Manuel Thomson Porto Mariño largó la suya a la Unión y fue a remolcar a la América, que se estaba bajo fuego del enemigo.

Cortado el remolque, decidió cañonear a la Blanca, que se creía varada. La Covadonga se acercó a 600 metros de su enemiga, cañoneándola por sobre el istmo (franja de tierra que une dos áreas mayores) que forma la isla Abtao y que lleva ahora el nombre de Thomson.

El duelo artillero se prolongó por casi dos horas, intercambiando entre adversarios unos 2.000 tiros, sin resultados decisivos. Esto, porque las naves españolas no se animaron a acortar la distancia, implicando para ellos el riesgo serio de varar por desconocimiento de la hidrografía de Abtao.

Optaron por retirarse hacia Valparaíso, sin haber podido dar cumplimiento a la misión asignada.

¡La fuerza aliada había triunfado en el rechazo de las naves atacantes!

UN BALANCE DEL COMBATE

En el Combate Naval de Abtao, durante la Guerra contra España en 1866, lucharon por el mismo bando y causa aliada, los jóvenes oficiales, Arturo Prat y Carlos Condell, por Chile, a bordo de la Covadonga. Por otra parte, Miguel Grau, a bordo de la Unión, y Juan Guillermo Moore, en la Apurímac, por Perú.

Todos ellos amigos fraternos y futuros comandantes rivales de la Esmeralda y Covadonga, por nuestro país, y Huáscar e Independencia por el país vecino.

Los combates navales de Iquique y Punta Gruesa tomaron lugar solo 13 años después, el 21 de mayo de 1879. Estos hombres, que debieron anteponer las prioridades de sus propias naciones a la amistad que los unía, se convirtieron en los máximos héroes navales en sus respectivos países.

Entradas populares

martes, 17 de marzo de 2009

¿Otro golpe? Toda repetición es una ofensa. ¿Como hará Fujimori para ganar la reelección con Parlamento propio? – Oiga 1/08/1994

Una carta aclaratoria dirigi­da a ‘El Comercio’ por la cecedista Martha Chávez, pone al descubierto otro de los ardides del que se vale la mayoría oficialista en el CCD para eludir el cumpli­miento de la misión fiscalizadora que en todas las naciones democráticas del mundo ejerce el Parlamento. Martha Chávez niega a su colega Mario Ocharán (PPC) autoridad para anunciar que se convocará a los minis­tros de Defensa y del Interior a la subcomi­sión cuya formación fue acordada en la sesión del martes antepasado para investi­gar a la Caja de Pensiones Militar y Policial. Dice la presidenta de la Comisión Perma­nente de Fiscalización que la subcomisión es un ‘grupo de trabajo’ que no puede convocar a ministros de Estado, “ya que se constituye para efectos meramente internos” y no re­presenta a la Comisión, que es la única que puede cursar esas invitaciones con el voto aprobatorio de dos tercios de sus miembros. Como la oposición es minoría en esa comi­sión, los ministros, presuntamente respon­sables del estado de falencia en que se en­cuentra la Caja de Pensiones Militar y Poli­cial, nunca serán molestados.


Desde que el CCD entró en funciones (enero de 1993), el régimen instaurado el 5 de abril de 1992 viene funcionando sin nin­gún control parlamentario, ni siquiera remo­tamente parecido al que ejerció el Congreso instalado el 28 de julio de 1990. Nadie ha supervisado la ejecución de los presupuestos generales de la República correspondientes a los años 1991, 1992, 1993 ni el que aprobaron para el presente año. Los presu­puestos son confeccionados en el ministerio de Economía y Finanzas y, después de un remedo de debate en la llamada Comisión Permanente de Presupuesto, resultan apro­bados a carpetazo limpio por la mayoría oficialista, sin tomar en cuenta las recomen­daciones de la oposición. Desde el 5 de abril de 1992, el presidente Fujimori y su camarilla gastan los recursos del Estado sin rendir cuentas a nadie. Las comisiones permanen­tes de Presupuesto y de Fiscalización están pintadas en la pared.


A la luz de lo que está ocurriendo con el CCD, la cuestión que los analistas políticos todavía no se han detenido en esclarecer es la siguiente: En la eventualidad de que se haga reelegir por otro quinquenio, ¿cómo hará Fujimori para gobernar si no logra obtener mayoría propia en el próximo Par­lamento? Dicho de otra forma: ¿Qué estra­tegia, todavía oculta, utilizará para asegurar­se, junto con la reelección, una mayoría que le permita gobernar sin ninguna traba fisca­lizadora?


Fujimori despuntó en las elecciones ge­nerales del 90 llevado por un conglomerado de pastores evangélicos, de informales y pequeños empresarios; y ganó en la segun­da vuelta a Mario Vargas Liosa con los votos del Apra y de todos los grupos de izquierda. Sin embargo, en la primera vuelta, que es donde se elige al Parlamento, Fujimori sufrió una amarga derrota: sólo pudo colocar 14 senadores y 32 diputados, o sea 46 de un total de 240 parlamentarios.

Hoy, esa fuerza electoral ya no cuenta: los pastores evangelistas fueron desembar­cados en los primeros meses de gobierno y su jefe, Carlos García, nunca pudo ejercer la segunda vicepresidencia de la República. Los pequeños empresarios fueron maltrata­dos en cabeza de dos de sus hombres más representativos: don Julián Bustamante Cabello, quien gastó gran parte de su Fortuna en sostener la campaña electoral de Fuji­mori y alcanzó una curul en el Senado, fue objeto de una vil acusación por parte del gobierno que aceleró su muerte; y don Máxi­mo San Román, primer vicepresidente de la República, quien se negó a secundar el golpe militar del 5 de abril hasta ahora es víctima del acoso oficialista. Y los informales ahora acusan a Fujimori de haberse aliado con los ‘blanquitos’ y de buscar evasores de impues­tos entre los ‘cholitos’, y no entre los empre­sarios de cuello y corbata con quienes hoy disfruta del poder.


Los neoderechistas que se esconden tras el ropaje del liberalismo –hoy de moda en el mundo–, que pregonan la necesidad de te­ner un gobierno de mano dura, que ponga orden en el país y que cada día toman porciones más amplias del poder económi­co y financiero, no son fuerza electoral sufi­ciente por sí mismos para mantener a Fuji­mori en el poder por otros cinco años. Y menos aún para darle mayoría propia en este nuevo Parlamento unicameral de 120 congresistas que estrenará sus funciones el 28 de julio de 1995. Claro que pueden influir en la opinión pública a través de la prensa escrita, las radios y la televisión, martillando los éxitos que Fujimori se atribu­ye exclusivamente en dos cuestiones alta­mente sensibles: la pacificación y la derrota de la inflación. Pero ¿será eso suficiente?


En las elecciones de noviembre del 92 para conformar el llamado Congreso Constituyente Democrático (CCD), la coalición oficialista Cambio 90 y Nueva Mayoría logró 44 de los 80 asientos, en un proceso que se caracterizó por el ausentismo electo­ral más alto de las últimas décadas. Los ciudadanos que ejercitaron su opción electo­ral alcanzaron apenas el 45% del total de inscritos. Los votos obtenidos por la coali­ción oficialista representaron el 28% de los electores que fueron a las urnas y no votaron en blanco ni viciaron sus votos. Es cierto que desde el primer momento el oficialismo ganó los seis asientos del grupo de Rafael Rey Rey (Renovación Nacional) y con el transcurso de los meses los dos del Frente Popular Agrícola del barbudo pastor Ataucusi (Mario Paredes y Eusebio Vicuña); y dos del Frente Independiente Moralizador de Fernando Olivera (César Larrabure y Julio Chu Meriz); pero esta holgada mayoría oficialista es fru­to de acomodos para obtener migajas del poder y no representa la voluntad del elector expresada en las urnas.


Basado en las encuestas, los apologistas de Fujimori sostienen que ‘el chinito’ puede ganar las elecciones en primera o en segunda vuelta. Pero esas mismas encuestas revelan que lo que no puede hacer Fujimori es endosar el grado de aceptación que tiene en la población. Allí está como triste despojo el ex alcalde chorrillano Pablo Gutiérrez, quien perdió soga y cabra (su popularidad perso­nal le garantizaba la reelección por su distrito, a quien Fujimori retiró, después de ha­berlo impuesto a Cambio 90 y Nueva Mayo­ría como candidato a la alcaldía de Lima, cuando las encuestas le dijeron que era can­didato perdido. Fujimori no pudo presentar un candidato aceptable en ningún municipio de la República. Este puede ser el origen de su fobia contra los gobiernos municipales.


La derrota de Fujimori en los comicios de enero del 93 sólo fue la confirmación de otra, verdaderamente catastrófica, ocurrida dos meses antes: el referéndum por el Sí o el No de noviembre del 92. Pese a sus propios vaticinios de que su proyecto constitucional sería aprobado abrumadoramente (más del 75%, decía) y. más tarde, a sus amenazas de renunciar si triunfaba el No, los resultados le dieron un tremendo revolcón: la complici­dad de un Jurado Nacional de Elecciones incapaz —con la honrosa excepción del doc­tor Juan Chávez Molina, delegado del Colegio de Abogados de Lima— impidió que se conocieran los resultados reales de la con­sulta popular. Todavía no se puede borrar de la mente de muchos peruanos la sospe­cha de que el referéndum fue perdido por el régimen fujimorista. Su ‘triunfo’ se ha­bría debido a esas ánforas lejanas que controlaba el Ejército y que arrojaban 200 votos para el Sí de 200 electores. En esos lugares no había enfermos, ni ausentes, ni muertos.


El desempeño del llamado Congreso Constituyente Democrático nunca ha conci­tado la aceptación de la mayoría de los electores en las encuestas de las empresas que hacen sondeos de opinión pública. Las encuestas hechas por Imasen entre enero y junio de este año, arrojan un promedio de 46.7% de aprobación a la gestión del CCD. No obstante su permanente presencia en las pantallas de televisión y en los diarios oficia­listas, los líderes de Cambio 90 y Nueva Mayoría no pasan de ser ilustres desconoci­dos, como lo probó un ‘Estudio Cualitativo sobre las posibilidades reeleccionistas de Fu­jimori, del cual dimos cuenta la semana pasada: el desempeño de Jaime Yoshiyama como presidente del CCD es muy poco conocido; en el caso de Carlos Torres y Torres Lara, presidente de la Comisión de Constitución, algunos conocen su nombre, pero otros sólo lo recuerdan como ‘el señor de la barbita’; y Martha Chávez, la furibunda lideresa del fujimorismo, es confundida con la exuberante cantante española Martha Sánchez.


¿Cómo hará Fujimori, en caso de ser reelecto, para obtener una mayoría propia en el próximo Congreso cuando dos expe­riencias electorales han probado que las simpatías que despierta en un sector del electorado no son endosables? Esto es cru­cial para Fujimori a la luz de lo que ocurrió en los comicios de 1990 que no le dieron mayo­ría propia. Fujimori no sabe negociar, no busca consenso; cuando encontró un obs­táculo lo arrolló con los tanques puestos a su servicio por una cúpula militar tan ambiciosa como él. Pero el escenario del 95 no será el mismo que tuvo el 92 cuando, tras el cuarte­lazo del general Hermoza, hizo su propio Parlamento y obtuvo la mayoría que necesi­taba. El vals criollo lo dice: “toda repetición es una ofensa”.


Fujimori, candidato a la reelección, sin tener seguro control del Congreso, es voto perdido.

¿Marcha atrás del ejecutivo? – Cambalache en Torre Tagle – por Felipe Valdivieso Belaunde – Oiga 1/08/1994

A todo el Perú le consta la manera ignominiosa como fue tratado el Servicio Diplomático de la República por el ingeniero Fujimori y el ‘cese’ arbitrario y brutal de 117 funcionarios integrantes de dicho servicio. Desde el 29 de diciembre de 1992 hasta la fecha había transcurrido más de un año y medio sin que el Poder Ejecutivo o el Legislativo hicieran nada para reparar la prepotencia con la que actuó entonces. El Ejecutivo se constituyó en un verdadero Muro de Berlín y el Legislativo, debido al comportamiento de la mayoría, no pasó de parodiar una zarzuela cuyo argumento fue jugar con las esperanzas de los funcionarios que ha­blan sido decapitados, por órdenes del ingeniero Fujimori, por su Damocles de turno, en este caso el doctor (?) Oscar de la Puente y Raygada.


Sintomáticamente, ahora que el Po­der Judicial viene resolviendo favora­blemente los recursos presentados por los diplomáticos ‘cesados’ y que la Cor­te Superior ha dispuesto la reincorpo­ración de once (11) de los mismos y otro buen número viene ganando la batalla en instancias inferiores, el inge­niero Fujimori se torna, aparentemente (para la galería), solícito y, mediante el Decreto Supremo Nº 23-94-RE, del 22 de julio, autoriza al Ministerio de Relaciones Exteriores realizar una eva­luación de los funcionarios que fueran ‘cesados’ abruptamente.


Es conveniente aclarar que de esos funcionarios, treinta y cinco (35) fue­ron defenestrados al reducirse el límite de edad en las diversas categorías y dos (2) lo fueron por ‘límite de tiempo en la categoría’. De los ochenta (80) restan­tes, entre muertos (de verdad), heridos y contusos hay alrededor de una vein­tena que no podrán ser incluidos en ‘la evaluación’ lo que limitará la tarea del canciller Goldenberg Schreiber a consi­derar tan sólo sesenta casos (60). A propósito, cabe aquí desvirtuar una información aparecida en un importante diario local que afirma que el “año ante­rior el gobierno empezó a rectificar el cese respecto a cinco diplomáticos”; dicha versión no es correcta.


Hay que advertir, también, que el decreto de marras contiene una trampa -cuándo no- y ella es que, de acuerdo a su artículo 3º, “La Dirección General de Administración... queda encargada de dar cumplimiento a las resoluciones ministeriales... siempre que medie la aceptación expresa de los funciona­rios involucrados". Como seguramente el señor Goldenberg tiene pensado evaluar positivamente, por razones po­líticas, a funcionarios de alto nivel, an­tes de producir la resolución les pedirá que desistan de recurrir al Poder Judi­cial y si ellos no se prestan a la jugarreta aparecerán como elementos ‘politiza­dos’ o simplemente nadie se entera que el funcionario fue evaluado positiva­mente.


El procedimiento que se ha buscado en esta ocasión tiende una vez más a elevar a la categoría de principio ético el rupestre apotegma ‘dividir para rei­nar’.


De otro lado, los contrasentidos en que incurre el nuevo decreto supremo son tan burdos que no existe pupila que no los detecte, lo que pone en evidencia que ha sido redactado, como los decretos leyes de diciembre de 1992, por jornaleros del SIN con el auxilio de algunos acalambrados -por el susto- asesores jurídicos del gobierno.


Entre las perlas que refulgen se en­cuentran las siguientes: a) Se pretende hacer volver al Servicio a los funcionarios ‘evaluados’, mediante resoluciones ministeriales dejando sin efecto una norma de carácter superior como es la resolución suprema que los ‘cesó’; este cambalache es tan sólo un pretexto para que el ingeniero Fujimori no tenga que firmar la resolución suprema perti­nente, o sea no tenga, como lo está haciendo, que rectificarse públicamen­te; b) Es falso que la resolución suprema que ‘cesó’ a algunos miembros del Ser­vicio Diplomático (lo hizo) al amparo de las normas citadas en los consideran­dos precedentes (DL 25889 declaran­do la ‘excedencia’ y DL 26117, nueva Ley del Servicio Diplomático). El pri­mero suponía que el procedimiento im­plicaba una auténtica evaluación que jamás se realizó y por ello la nómina fue hecha a dedo, allí también que ahora se les quiere ‘evaluar’; luego, tampoco fue­ron pasados a la situación de ‘retiro’ sino ‘cesados’, situación administrativa inexistente lo que ha obligado a la Can­cillería a enmendar recientemente ese error y, subrepticiamente, inscribirles como ‘retirados’ en el escalafón que se acaba de publicar y repartir; c) El decre­to supremo menciona erradamente el inciso 24) del art. 119 de la Constitu­ción Política del Perú. Dicho artículo no guarda, concordancia con el DS y, ade­más, no tiene ningún inciso. Falta gra­ve en un documento de esta naturaleza; d) el gobierno declara ahora que ‘es necesario’ autoriza al Ministro de Relaciones Exteriores a realizar una evaluación y adoptar las medidas a que haya lugar.


¿Por qué es necesario ahora y antes no?, ¿por qué este cambio súbito?, ¿no será porque anteriormente actuaron ile­galmente y ahora temen que la Corte Suprema los desenmascare dejándolos sin piso?, ¿cómo reaccionará el gobier­no cuando los recursos que ya están en esta instancia sean fallados favorable­mente? Este es, sin duda, el meollo del asunto y el origen del pánico guberna­mental. Pero lo que ha hecho bajar la cabeza a la gente del gobierno sola­mente ha sido posible porque los parias del Servicio Diplomático les han dado una lección de altivez, de orgullo y de solidaridad institucional. Les han ense­ñado que las instituciones republicanas saben cómo defenderse ante el invasor; e) finalmente, hay que denunciar esta nueva artimaña del gobierno destinada a confundir a los intonsos.


Jurídicamente hablando no cabe ha­cer una ‘evaluación’ solamente de los ‘cesados’, pues éstos fueron señalados ‘a dedo’. Por ello no pueden encontrar­se en una situación de ‘capitis dimi­nutio’ frente al resto de sus colegas que han sido mantenidos en la situación de actividad. La ‘evaluación’ o un ‘tribunal de honor’ son meros embelecos para justificar un atropello y es por eso que lo único que cabe es derogar los malha­dados decretos leyes y la resolución suprema fabricados en diciembre de 1992 pues ellos son, como el gobierno hoy lo está reconociendo, totalmente Ilegales.

Llego la hora - Oiga 1/08/1994

Para nadie era un secre­to que las Fiestas Patrias y, concretamente, el mensaje anual del presi­dente en la sede del Con­greso darían inicio a una nueva etapa del crono­grama elaborado por los estrategas oficialistas con miras a la reelección de Alberto Fujimori. Cronograma que, como se sabe, viene cumpliéndose casi desde los albores del presente régi­men, teniendo como hito principal el golpe militar del 5 de abril de 1992, cuyo objetivo básico fue garantizarle al ex rector de La Molina otro periodo consecutivo en el ejercicio del poder supremo.


Sin embargo, casi nadie acertó en predecir la envergadura que tendría el lanzamiento formal de la candidatura de Fujimori. Incluso, connotados voceros del gobierno —como el caso del director del diario Expreso, Manuel D’Ornellas— se limitaron a especular en torno al supuesto anuncio de un plan de apoyo social de grandes proporcio­nes que Fujimori haría en su discurso del 28. Este mismo día, D’Ornellas se­ñaló en su habitual columna: "Si el programa (social) resulta exitoso, Fuji­mori coronará su gestión añadiéndole la letra que faltaba y quitándole —de paso— sustento a la oferta electoral de Javier Pérez de Cuéllar".


Claramente, lo que esperaba parte del oficialismo y otros sectores sólo era eso: el énfasis en el tema social, talón de Aquiles (por lo menos el más visible) de la administración Fujimori, según las estadísticas proporcionadas por Foncodes en su informe de junio de este año, el cual da cuenta que cerca de doce millones de peruanos se encuen­tran en el rubro denominado ‘pobreza crítica’. Las palabras de Fujimori abor­dando este punto también habrían sido explotadas, al decir, de D’Ornellas, para ‘quitarle piso’ a Pérez de Cuéllar; sin duda, una expectativa que revela el pavor que causa en los círculos gobier­nistas las probabilidades electorales del ex secretario general de las Naciones Unidas.


Pero Fujimori rompió con tales pro­nósticos eludiendo en su discurso cual­quier notificación puntual sobre un pro, grama de apoyo social integrado y con financiamiento externo. Es más, el mensaje presidencial tan sólo formó parte de un conjunto de engranajes activados para lanzar de lleno la cam­paña hacia la reelección, en el que se procuró no olvidar el mínimo detalle, ni siquiera los gestos efectistas y demagógicos a los que nos tiene acostum­brados el candidato de Palacio.


Blitz Krieg fujimorista


En principio, debe destacarse la di­vulgación de dos spots publicitarios que han empezado a saturar las pantallas de televisión desde la semana pasada. Uno en el que se muestra las obras ejecutadas con los recursos del Fonavi, sobre todo en los sectores marginales. El otro es una versión ampliada del spot que se utilizara tanto en la campa­ña para la elección de los cecedistas (1992) como en el referéndum para aprobar la nueva Constitución (1993), con la conocida tonada: "Ahora sí, te­nemos la oportunidad". En este último, se abusa de la utopía cuando aparece un ciudadano afirmando que "cada vez hay más trabajo".


Tales spots se complementaron con otros que, con motivo del aniversario de la Independencia, difundieron co­nocidas empresas privadas resaltando los nuevos tiempos" y "las esperanzas" que Fujimori ha inaugurado para el país.


En segundo lugar, la activa presen­cia de la primera dama de la nación, Susana Higuchi, en cada una de las ceremonias oficialistas programadas con motivo de Fiestas Patrias, denota que ella ha sido persuadida —al parecer, definitivamente— de contribuir a los fi­nes reeleccionistas de su marido, tras varias semanas en que había hecho públicas y notorias sus diferencias de orden político con éste, incluso llegan­do a denunciar que —con motivo de sus críticas a una institución que protege el ministro de Salud— había sido amena­zada a través de un teléfono privado de Palacio.


Doña Susana, a diferencia de años anteriores, acompañó a su esposo en el Te Deum llevado a cabo en la Basí­lica Catedral de Lima (en 1992, año del golpe militar, Fujimori no asistió a esta ceremonia). También se le vio en la galería principal del Congreso aplau­diendo varios pasajes del mensaje presidencial. Horas más tarde, encabezó la íntima reunión que se organizó en la residencia de Palacio para festejar el cumpleaños número 56 del jefe de Es­tado; otro gesto inusual en ella.


Interpelada por una periodista de Panamericana Televisión en los pasi­llos del Congreso sobre los rumores de su posible candidatura al Congreso y los impedimentos que le fija la ley, la señora Higuchi anunció que en esta semana convocará a una conferencia de prensa para tratar ese y otros temas.


Otro elemento que formó parte del ‘Blitz Krieg’ fujimorista en pos de la reelección fue la parada militar del día 29, en la que —como en los dos años anteriores— se hizo participar a los sec­tores civiles, en esta oportunidad en una proporción mucho mayor. A los ojos de los asesores castrenses y del aparato sicosocial del servicio de inte­ligencia, la incorporación de ciudada­nos sin uniforme a este tipo de actua­ciones permite Consolidar el binomio Pueblo-Fuerza Armada que requiere el proyecto de ‘democracia dirigida’ im­plementado por Fujimori y su cúpula militar. Proyecto preparado con una perspectiva de 20 años, según los in­formes secretos que revelara OIGA en julio del año pasado.


Un asunto de menor cuantía, pero que se lo hizo notar una periodista a Fujimori el día 29, luego de la parada militar, fue su ‘nuevo look’. El candida­to a la reelección luce nuevos lentes que disimulan lo ajado que anda su rostro. "Es que se me rompieron los anteriores", explicó, como para salir del paso.


Demagogia a todo trapo


El plato de fondo en este coordina­do esfuerzo de lanzamiento de la candi­datura de Fujimori, lo constituyó, por cierto, el discurso del 28. Como se ha mencionado, las especulaciones en tor­no al mensaje fallaron notoriamente. Menos podía imaginarse la ciudadanía, los cecedistas, las autoridades, el cuer­po diplomático acreditado en el Perú y el Primado de la Iglesia Católica pre­sentes en la sede del Poder Legislativo y quienes siguieron las incidencias a través de la televisión de lo que Fujimo­ri sería capaz de hacer en un pasaje de su alocución.


Aquel gesto de tirar al aire un fajo de billetes de los antiguos intis, para grafi­car las nefastas consecuencias de la hiperinflación desatada en el gobierno de Alan García, fue chocante, infantil e indigno de un jefe de Estado. Hasta los edecanes presidenciales sentados de­lante del estrado principal del hemici­clo de la Cámara de Diputados queda­ron perplejos al sentir caer sobre sus cabezas los menospreciados billetes, que finalmente se esparcieron por el suelo.


Demagogia sin límites la de Fujimori que no resulta nueva en la historia de los populismos latinoamericanos (ver Editorial), pero que en la actualidad contradice sobremanera la cordura que el pueblo le exige a sus gobernantes. En realidad, tan desconcertante actitud prueba la forma en que Fujimori subes­tima el criterio ciudadano.


En julio de 1989, cuando la hiperinflación empezaba a desbocarse sin destino alguno, OIGA quiso mostrarle a sus lectores el proceso que se estabaviviendo haciendo aparecer en su por uno de esos billetes en intis, auténtico papel moneda que fue adherido con goma en cada uno de los 40 mil ejemplares que salieron a circulación. Tales billetes estaban encima de una fotografía de Alan García puesta de cabeza. Nuestro titular fue conclu­yente: ‘Murió el Inti. Todo está patas arriba’.


En ese entonces, ¿qué hacía Fujimo­ri, el hoy enérgico cancerbero de la hiperinflación? Pues nada menos que formando parte de ese gobierno que destruyó al país, integrando la Comi­sión Consultiva del ministerio de Agri­cultura; primero, apoyando a Remigio Morales Bermúdez y, después, a Juan Coronado Balmaceda, ministro este úl­timo que le concedió irregularmente el fundo ‘Pampa Bonita’, haciéndolo apa­recer como ‘beneficiario’ de la Reforma Agraria.


(En 1991 Fujimori quiso premiar a Coronado Balmaceda con el cargo de embajador en Brasil, pero éste fue ba­loteado por el Senado de la República).


¿Qué hacía en ese entonces Fujimo­ri? Organizándole pachamancas y al­muerzos a García Pérez en su condi­ción de rector de la Universidad Agra­ria de La Molina. O acompañando a Armando Villanueva del Campo y a Abel Salinas para calmar las protestas de los campesinos de Tarapoto. O visi­tando locales apristas para dictar ‘char­las’ sobre agricultura.


En ese entonces, ni una palabra con­tra la hiperinflación; ninguna protesta, ni gestos efectistas. Épocas en que ‘el agua y el aceite’ sí se podían juntar... Luego vendría el no shock.


Pero ahí no quedó todo. Después que Fujimori lanzara los billetes sobre el piso del hemiciclo, empezó a burlar­se de los cecedistas, aconsejándolos que “no los recojan, porque estos mil billetes de 10 intis valen hoy un centa­vo”. Ninguno de los aludidos, ni siquiera los de la llamada oposición, tuvo la dignidad de pararse en ese momento y retirarse. Tras el discurso, algunos miembros del oficialismo se abalanza­ron sobre los billetes para conservar­los, según dijeron, “como una curiosi­dad histórica”.


La burla y el menosprecio contra los representantes ante el CCD continuó en otra parte del mensaje presidencial, cuando Fujimori señaló que para ellos, como para la mayoría de peruanos, no significaba nada los nombres de las centrales hidroeléctricas de Muyo, La Pelota, Caclic, San Gabán, o los de los poblados de Pámpano, Ticrapo, Huay­tará y otros. En un panel de un canal de televisión, el ex ministro Juan Incháus­tegui recordó que muchas de esas obras y las redes viales de esos pueblos fue­ron impulsados durante la segunda ad­ministración del arquitecto Fernando Belaunde –a quien nadie puede rega­tear su conocimiento de los lugares más apartados del país–, por lo que las palabras de Fujimori constituían una demagogia.


En general, el discurso de Fujimori tuvo el corte electoral ya esperado, en el que primó un recuento optimista de los logros obtenidos por el gobierno. Igualmente primaron las grandes men­tiras y omisiones. Por ejemplo, cuando señaló que durante dos años había re­sistido las presiones que recibía para privatizar rápidamente las empresas públicas, pues él estaba esperando “el clima de seguridad, las condiciones propicias para la inversión, para pro­ceder a la venta de las principales em­presas públicas”.


Gran falsedad. El 3 de junio del 90, durante la polémica con Mario Vargas Llosa, dijo que en su probable gobierno mantendría el control de las empresas públicas en manos del Estado “donde el interés social así lo aconseja. No vamos a privatizar ni Petroperú, Entel Perú, Electroperú, ni los puertos, ni las adua­nas, ni los correos”.


El 28 de julio de ese año, en su primer mensaje al Congreso, reiteró que la dramática situación de esas em­presas, “no debe conducirnos a la idea simplista de privatizar todas las empresas públicas. Estas y otras empresas, reiteró, permanecerán siendo públicas”.


El 22 de febrero de 1991 dijo al diario Gestión que varias empresas públicas no serían privatizadas, “porque son suma­mente rentables para el Estado, tales como Petroperú, Entel. Tampoco aque­llas que posteriormente podrían pasar a ser monopolio privado”.
En suma, como puede apreciarse, lo que resistía Fujimori era la claridad necesaria para llevar adelante el proceso de privatización, tema en el que después daría un volteretazo de 180 grados. Algo que no estaría lejos de hacer en otros campos, donde sus promesas se las lleva el viento.


Mucho de falso también hubo en su entusiasta referencia a supuestos logros obtenidos en el sector Agricultura. En la última edición de la revista Perú Económico, el vicepresidente de la Asociación de Empresarios Agrarios, Alvaro Quijandría, señaló abiertamente que el gobier­no no ha mostrado la voluntad política, necesaria para implementar las refor­mas estructurales que establezcan las bases del desarrollo sostenido del sector agrario. No hay créditos, la titulación de tierras está incompleta y sin una ley que la ampare, como tampoco existe una legislación que regule el uso de las aguas, sumado a ello el factor del atraso cambia­rio que perjudica a la agroexportación.


En términos amplios, mientras no se asiente el programa económico en un modelo exportador que abra mercados y genere divisas al país, pese al efecto inflacionario inmediato, los presagios en el campo de la economía son lúgubres (ver entrevista a Guido Pennano).


Finalmente, cabe decir que faltó el gran anuncio que muchas personas es­peraban de Fujimori: la separación del gabinete del ministro de la Presidencia Raúl Vittor Alfaro, el socio encubridor del prófugo ex presidente del BCR Leo­nel Figueroa y gozoso beneficiario de las obras de construcción que ejecuta el Es­tado. Tal como lo señalaron los periodis­tas Juan Paredes Castro y Hugo Guerra Arteaga del diario ‘El Comercio’ en sus respectivos análisis del mensaje presi­dencial, estuvo ausente en el discurso de Fujimori los mecanismos de fiscalización para el uso de los recursos públicos para que esa honradez contagiosa de la que habla el presidente no sea una mera frase y se traduzca de manera más nítida a través de los mecanismos de supervi­sión de la toma de decisiones, del gasto público, del Presupuesto, de la Cuenta General de la República; en fin, de cada centavo y de cada bien del Erario Nacio­nal, por modesto que sea", señaló Pare­des Castro.


Por experiencia, sabemos que Fuji­mori jamás permitirá que los fiscalicen; ni a él ni a sus picaronazos. Menos en esta etapa electoral, donde se ha cerce­nado la posibilidad de que el JNE sancio­ne a quienes cometen delitos electorales (ver nota más adelante); delitos que fue­ron moneda corriente en los tres últi­mos procesos.

JNE perdió su oportunidad - Oiga 1/08/1994

En los últimos tiempos, con el escrutinio en mesa y la aplicación de la informática que facilita el recuento de votos y la rápida divulgación de los resultados, el fraude electoral a través de la sustitución de votos es casi imposible. Sin embargo, los dos procesos electorales llevados a cabo por el actual régimen -la elección del CCD y el referendo- han pues­to en evidencia que el fraude comienza cuando aún ni siquiera los candidatos han sido inscritos. Consiste en la manipulación de la voluntad popular, con promesas y obsequios grandes y pequeños, repartidos con profusión a lo largo y ancho del país, con el apoyo de uniformados y autoridades civiles; un gigantesco fraude montado y ejecutado con los recursos económicos de todos los peruanos.


El fraude, puesto en marcha ya para las elecciones del 95, pudo ser cortado de raíz por el Jurado Nacional de Elecciones, pero sus miembros perdieron la oportunidad histórica de darle a este organismo la po­testad soberana de sancionar con la inha­bilitación para seguir postulando al can­didato -sea este a la presidencia de la República o a una curul en el Congreso-que cometa delitos electorales o contra la voluntad popular.


La Ley Electoral votada por la mayoría oficialista en el CCD, al filo de la mediano­che del miércoles 20, con la prisa que daba la urgencia de llegar a tiempo al centro de esparcimiento de la Fuerza Aérea para agasajar al presidente del CCD, Jaime Yoshiyama, quien el jueves cumplía años, es el mejor obsequio que haya recibido Fujimori.


Con los humos de la celebración del natalicio de Yoshiyama, nadie revisó el texto de la ley enviada a ‘El Peruano’, y así fue como apareció el sábado plagada de errores. Uno de ellos es el referente a los plazos para la inscripción de las candidatu­ras a la plancha presidencial y a candidatos al Congreso. El error se originó en el texto que el JNE envió al CCD: en ambos casos se fijaba 180 días como plazo. Sin embargo, ante la Comisión de Constitución, el presidente del JNE, Ricardo Nugent, pidió que se corrigiera el error: para la fórmula presidencial el plazo es de 180 días y para candidatos al Congreso, de 90 días. En ‘El Peruano’ los plazos aparecieron cambia­dos. Como es costumbre en este régimen, una ‘fe de erratas’ publicada el domingo en ‘El Peruano’ acabó con el problema. El papelón de este episodio lo hizo Carlos Torres y Torres Lara, presidente d Comisión de Constitución, quien, sin el diario oficial del sábado, sostuvo que se había producido ningún error.


Pero ninguno de los errores, confusiones e inconstitucionalidades de la ley afectaron la candidatura de Fujimori, ni siquiera la decisión del JNE de no instalar mesa de transeúntes, que no ha variado no obstante ‘la sugerencia’ presidencial, coreada por la prensa palaciega, para hacer funcionar esas mesas que, antaño, servían para ejercitar el doble voto a favor de los candidatos oficiales.


Al no haberse dado el JNE facultades para inhabilitar a los candidatos que cometan delitos electorales y contra la voluntad popular –en la actualidad, como se constató en los comicios del CCD y el referendo hasta por los observadores de la OEA, los que cometen estos delitos son denunciados por el JNE ante la Fiscalía y ésta archiva las denuncias– Fujimori podrá seguir su campaña reeleccionista sin ningún temor.


Así, podrá seguir convocando a las au­toridades políticas, militares, policiales, municipales y funcionarios o empleados públicos para que participen en las manifestaciones públicas que organicen en cada lugar que el presidente-candidato visite, sin temor a que estas personas sean reprimi­das con prisión no menor de dos años ni mayor de seis y multas no menor de qui­nientos soles ni mayor de mil o inhabilita­ción por el doble de la condena, como lo ordena el artículo 27º del Código Penal.


El propio Fujimori podrá hacer cam­paña electoral el mismo día de las elec­ciones y en el mismo recinto electoral, como lo hizo con su esposa el día del referendo en el colegio María Molinari, sin temor a ser sancionado con prisión no menor de dos años y con multa no menor de quinientos soles ni mayor de cinco mil soles (D.L. 14250).
Fujimori también podrá seguir utilizan­do ardides y artificios para inducir a los ciudadanos a votar por su reelección, sa­biendo que no puede ser reprimido con prisión de hasta dos años y multa de cinco mil soles (D.L. 14250).


La impunidad también se extiende a los miembros de las Fuerzas Armadas y Auxi­liares que, vistiendo uniforme, participan en las manifestaciones políticas de Fuji­mori, que según el D.L. 14250 deben ser reprimidos con prisión no menor de un mes ni mayor de un año.


Y, lo más importante, Fujimori podrá seguir ofreciendo dádivas con dinero del Estado para inducir a los electores a votar por su reelección, sin temor a sufrir pena de cárcel de hasta por cuatro años (artículo 356º C.P.).


“Ningún poder del Estado tiene inge­rencia sobre el Jurado Nacional de Elecciones” afirmó el miércoles enfáticamente, él doctor Ricardo Nugent, presidente del JNE. Añadió que esta total independencia se la da no sólo la ley sino el hecho de que cada uno de sus miembros sea un hombre independiente.


¡Cuánta independencia desperdiciada! El país esperaba mucho del nuevo Jurado Nacional de Elecciones, sobre todo porque entre sus miembros hay uno, el doctor Rómulo Muñoz Arce, de amplia experien­cia pues le había tocado presidir el JNE cuando su titular, el doctor Domingo Gar­cía Rada, sufrió un grave atentado terroris­ta. Uno de los primeros actos del JNE fue delimitar sus funciones y las del Poder Judicial, acabando con las acciones de amparo que trababan sus resoluciones.


No había nada que se opusiera a que el JNE también asumiera el papel de guar­dián de la pureza de los comicios, sacando de carrera a cualquier candidato que viola­se las leyes electorales. Es más, la nueva Constitución precisa que compete al Jura­do Nacional de Elecciones "administrar justicia en materia electoral". Si el JNE es el guardián de la Ley Electoral, es elemen­tal que tenga potestad para sancionar a sus infractores.


¡Qué gran oportunidad perdió el JNE para garantizar la transparencia del pro­ceso electoral! Y la ha perdido en favor de los pícaros del gobierno que ahora se desgañitan gritando “¡Ahora sí tenemos oportunidad!”.

Lagunas, errores e interrogantes – Oiga 1/08/1994

EL Decreto Supremo 23-94-RE que acaba de expedir el gobierno, deja a cargo del propio ministro de Relacio­nes Exteriores la subjetiva tarea de “llevar a cabo un proceso de evaluación de los casos” de los diplomá­ticos cesados arbitrariamente por la Resolución Suprema 453. No pone esa responsabilidad en manos de una comi­sión de pares, ni de una con personali­dades inobjetables; juez y parte será el propio gobierno al cual la Corte Supe­rior de Lima ha notificado que esa Resolución Suprema 453 es inconstitu­cional y nula ipso jure.


El reciente dispositivo, además, está plagado de errores y lagunas. Entre ellos son notables los siguientes: autori­za a realizar una evaluación pero no especifica la metodología a seguir, la que debería incluir el derecho del eva­luado a hacer su propia defensa: no hay plazo para hacer esta ‘evaluación’ y los plazos nunca pueden ser infinitos; no deja en manos de una comisión la tarea de recomendar al ministro la lista de los afortunados, que podría estar integra­da por cuatro embajadores en retiro, dos en actividad y una persona ajena al servicio diplomático, como el decano del Colegio de Abogados de Lima, por ejemplo.


Hay errores garrafales como asignar dos números a una ‘ley’ que no es leysino decreto ley; en la parte considerativa se dice que es la 25889 y en la parte resolutiva se le pone el número 25589.


El reciente Decreto Supremo 23-94-RE menciona un misterioso artículo 119, inciso 24) de la Constitución. El artículo 119 de la Constitución vigente no tiene ningún inciso y dice: “La direc­ción y gestión de los servicios públicos están confiadas al Consejo de Minis­tros...”. ¿Es posible que el gobierno pretenda comparar el Servicio Diplomático con servicios públicos como los de electricidad, agua potable y desagüe, baja policía, etc.?


Un garrafal error jurídico es aquel que le da autoridad al ministro de RR.EE. para reincorporar a los funcio­narios mediante resolución ministerial, cuando ellos fueron cesados por resolu­ción suprema. ¿Tan pronto se ha olvi­dado el gobierno la lección que le dio recientemente una mujer, doña Victo­ria Paredes, presidenta de la Benefi­cencia Pública de Lima, destituida por el ministro de Salud por resolución mi­nisterial, que no se movió de su sillón hasta que Fujimori se vio obligado a destituirla por resolución suprema por­que ella había sido nombrada por reso­lución suprema y no ministerial?


¿Acaso Fujimori no quiere recono­cer su error, reincorporando a los des­tituidos mediante resolución suprema?


Hay muchas otras interrogantes sin respuesta:


· ¿Qué ocurrirá con los diplomáti­cos que después de ser evaluados sin ser escuchados no logren el visto bueno del ministro? ¿Se habrán terminado sus aspiraciones de reingresar al servicio? ¿O habrá un mecanismo de reconsideración como ocurre en todo país civili­zado?


· ¿Qué ocurre con los diplomáticos que no quieran ser evaluados porque esperan la sentencia favorable de la justicia y, también, porque saben que si entra un nuevo gobierno uno de sus primeros actos será anular la Resolu­ción Suprema 453 y hacer reingresar a los expulsados?


Debió haberse incluido una cláusula de reserva para que el diplomático que lo desee exprese formalmente su nega­tiva a ser considerado en la evaluación. En cambio, para los que desean ser positivamente evaluados sí se ha pues­to la reserva de que deberán aceptar regresar al servicio mediante resolu­ción ministerial, con lo cual renuncia­rán a la firme posición de que lo actua­do a partir de diciembre de 1992 es nulo, como lo ha sentenciado la justicia. Eso sería una traición, como la come­tida por los que aceptaron pasar al retiro, cuando ya habían sido cesados, con tal de agarrar puestos en Marruecos y en Corea.

Gobierno quiere elecciones sin control de la prensa – Oiga 1/08/1994

Eliminados todos los mecanismos de control consagrados por la Constitución, no sólo por la negativa del oficialismo a fiscalizar los actos del Eje­cutivo, sino por la decisión política de no aprobar las leyes orgá­nicas para la puesta en marcha de institu­ciones vitales como el Tribunal Constitu­cional, la Defensoría del Pueblo y el Consejo Nacional de la Magistratura, el régi­men ha puesto la puntería en la prensa de oposición, que es la única que puede controlar y denunciar el fraude electoral puesto en marcha para conseguir la re-elección del ingeniero Alberto Fujimori (ver nota aparte).


El sábado último, Manuel D’Ornellas dedicó su habitual columna en Expreso comentar sobre las nuevas amenazas que existen hoy contra la libertad de prensa entre ellas “la manipulación de los jueces, como en el escandaloso intento de embargar los bienes de Enrique Zileri Gibson, director del semanario Caretas”. El 12 de mayo pasado, Caretas publicó una nota dando cuenta de las nuevas andanzas en el narcotráfico de Enrique Núñez Baraybar, recordando que este personaje había sido detenido en enero del 80 llevando un cargamento de 450 kilos de pasta básica lavada, y llevado ante la justicia en un proceso en el que estuvo implicado Carlos Langberg. Este denunció a la revista por el delito de difamación ante el 13º Juzgado en lo Penal de Lima, cuyo titular dictaminó que no procedía la formación de causa porque en el citado artículo no había ánimo difamatorio, sentencia que fue ratificada por la Sexta Sala Penal de la Corte Superior de Lima. El asunto era, pues, cosa juzgada. Sin embargo Langberg presentó una denuncia paralela en términos similares, exigiendo además el embargo de los bienes de Zileri por un millón de soles, demanda que acogida por la doctora Yolanda Gallegos quien después solicitó licencia, siendo reemplazada por la jueza interina Cecilia Suárez, quien ordenó el irregular embargo. Estos son los hechos que D’Ornellas describe como “manipulación de los jueces”, aunque olvidándose de mencionar que tales magistrados son producto de la ‘reorganización’ del Poder Judicial prendida por el régimen tras el 5 de abril del 92, y santificada por el Jurado Honor de la Magistratura. Además, el hecho de que tales jueces no hayan recibido -hasta el cierre de esta edición-, ninguna sanción, revela a las claras que cuentan con un respaldo político que evidentemente, no puede brindarle el señor Langberg.

El uso que hace el régimen para presionar a la prensa de oposición se confirma con lo que viene sucediendo con ATV, Canal 9. Hace algunos días, y en sobres con remitente falso, llegó a varias redacciones copia de un citatorio formulado por el 47º Juzgado al ingeniero Julio Vera Gutiérrez, presidente de ATV para que preste testimonio sobre una pista de aterrizaje que supuestamente construyó para Vaticano. El asunto tiene su origen en el primer expediente abierto el 24 de enero por la GEIN de la Dirandro contra Demetrio Chávez Peñaherrera, en el que se señala que “respecto al punto del aeropuerto, el ingeniero Vera sería Julio Vera Gutiérrez”. El oficial que tuvo a su cargo la elaboración del expediente, comandante Ricardo Abad Mendieta, señalo- al jefe de la Dirandro que esta mención fue producto de una denuncia telefónica anónima, pero que investigaciones posteriores habían aclarado todo al respecto. Sin embargo, el juez no ha tomado esto en consideración, además de confundir lo que es la zona del Trapecio Amazónico, que es donde la empresa de Vera Gutiérrez tuvo actividades, con Campanilla, la zona de operaciones de Vaticano. Se trata, sin duda, de un nuevo intento de presión contra un medio que hasta hace poco se consideraba ligado a la figura de Javier Pérez de Cuéllar.

La Sunat es otro organismo usado por la Gestapo fujimorista para acogotar a la prensa. Desde hace algunas sema­nas, funcionarios de este organismo re­visan la contabilidad de los medios de comunicación, remontándose incluso a años que ya habían sido fiscalizados por la propia Sunat, ‘descubriendo’ errores y deudas tributarias que, con la multas y moras que aplica, se transforman en su­mas millonarias imposibles de pagar, obligando a estos medios a elegir entre la quiebra o llegar a un acuerdo de canje de deuda por publicidad. Algunos medios, como la revista Gente, han denunciado desde hace algunas semanas estas ma­niobras de la Sunat, sobre las que nos ocuparemos ampliamente en nuestra próxima edición.

Este asunto ha despertado el interés del congresista Fernando Olivera, quien el 27 de julio anunció que presentará un pedido para que el ministerio de Econo­mía y la Sunat informen sobre el conve­nio para canjear deuda tributaria por publicidad estatal. Aunque dejó en claro que no estaba en contra de que se busque la mejor forma posible de resolver la difícil situación económica que atravie­san los medios de comunicación, como consecuencia de impuestos absurdos y antitécnicos, Olivera cuestionó la suscripción de acuerdos de canje de deu­da por publicidad estatal "en un período estrictamente electoral", agregando que en este caso no existe el límite entre lo que es publicidad estatal y una eventual campaña reeleccionista, por lo que reco­mendó que este canje se postergue hasta después de abril del 95.

El congresista también anotó que lo más conveniente sería que el gobierno corrigiera la actual política tributaria en beneficio de todos los medios de comuni­cación social del país.

En otros casos, la amenaza del régi­men a través de su Gestapo contra los medios opositores ha sido menos sutil y sí mucho más brutal, como el caso del asalto al local del Instituto de Estudios Peruanos, destrozando las oficinas, re­volviendo archivos y documentos y acce­diendo a la información de una computa­dora, aunque sin llevarse los valiosos equipos de este instituto, por lo que los directivos del IEP sostienen de que se trata de un caso de amedrentamiento. Una incursión similar se realizó, días atrás, en las oficinas del doctor José Luque Tijero, presidente de la Democra­cia Cristiana, quien fue amenazado por denunciar públicamente que el fraude electoral está en marcha. A ello se suman las amenazas contra su vida recibidas por la esposa del general Rodolfo Robles, con el ánimo de impedir su retorno al país. La Gestapo fujimorista se ha des­atado. Y esto parece ser sólo el comien­zo.

jueves, 12 de marzo de 2009

El “Robo” de los cheques del banco de crédito

LA tarde del 14 de octubre, cuando los interventores nombrados por el gobierno ingresaron al Banco de Crédito precedidos por una tanqueta policial, lo primero que hicieron fue pedir a un atónito empleado que los condujera a la Sala de la Presidencia, donde iban a instalarse. El empleado los llevó al salón ubicado en la parte antigua del edificio, que en contadas ocasiones sirve para ceremonias muy especiales. Durante hora y media los interventores estuvieron allí mirándose las caras hasta que fueron llamados por Dionisio Romero al despacho de la Presidencia Ejecutiva, que es el lugar desde donde se maneja el banco y a donde querían ir, en realidad, los interventores. Allí, Romero les hizo una extensa exposición sobre los peligros que entrañaba la presencia de numerosos efectivos policiales en ambientes donde se mueve muchísimo dinero y valores, y la imposibilidad de haceruna transferencia ordenada de esos bienes en tales condiciones. Los interventores, convencidos, se retiraron prometiendo volver al día siguiente con nuevas instrucciones. Al poco rato retornaron. Alguien, desde arriba, los había amonestado por dejarse convencer tan fácilmente. Ya en la noche, aquejados por el hambre, pidieron comida a Las Trece Monedas, ignorando que este servicio lohace habitualmente la cocina de la Casa Goyeneche, propiedad del Banco. Las Trece Monedas envió la cena, pero se olvidó de acompañar los platos. Sin saber a quién pedirlos, usaron los platos de plata que sirven de asiento a la vajilla. También, ese día y los siguientes, consumieron abundante whisky.

Estas dos anécdotas forman parte de la comedia en que se ha convertido la intervención estatal del Banco de Crédito —y por extensión de las demás empresas bancarias, financie­ras y de seguros—, que la semana pasada le costó la cabeza nada menos que al presidente del Comité de Administración, Rómulo León Ramí­rez, tras un episodio que puede llamarse “El trampeador trampeado” o “El caso de los cheques perdidos que nunca se perdieron”.

El Juez lbazeta descorre el telón


Este episodio comienza el miércoles 4 de noviembre cuando, conminado por el Juez Marcos Ibazeta Mariño, del 9º Juzgado de Instrucción, la Bolsa de Valores de Lima retira del despacho del magistrado los siete cheques de gerencia que, por un monto de I/. 1,030'135,546.31, había girado el Banco de Crédito a la orden de la Bolsa, para cancelar la compra de 338’407,413 acciones de ese banco hecha por alrededor de 4,500 de sus trabajadores.

El cobro de esos cheques, girados el 14 de octubre, había sido bloqueado con recursos vedados: el Comité de Administración fraguó actas y la CONASEV suspendió las operacio­nes en la Bolsa de Valores ese día. Sin embargo, los corredores depositaron los cheques en la cuenta que la Bolsa tiene en el Banco de Comer­cio y plantearon una acción de amparo ante el Juez Ibazeta, quien ordenó a la Bolsa y al Banco de Comercio que terminaran la cobranza de esos documentos.


La Bolsa de Valores informó a los interventores que no le quedaba otro recurso que cumplir con la orden judicial y el viernes seis envía los cheques al Banco de Comercio para que éste los presente, para su canje en la Cámara de Compensación de Banco Central de Reserva. Una oficina a la que sólo ingresan perso­neros debidamente acreditados por sus instituciones, después de cumplir lentos y minuciosos trámites.

Secuestro frustrado


Enterado de que el Banco de Comercio iba a presentar esos che­ques a la Cámara de Compensación el lunes nueve, el Consejo de Geren­cia del Banco de Crédito, integrado por 22 gerentes, acuerda que sus personeros habituales concurran a esta diligencia con el especial encargo de verificar la presentación de dichos cheques, tanto para cautelar los intereses del banco como los de sus 4,500 nuevos accionistas, pues exis­tían fundados temores de que fueran hechos desaparecer en otro intento por invalidar la operación de compra­venta de las acciones.


A las 4.30 de la tarde llegan a la Cámara de Compensación los perso­neros del Banco de Comercio llevan­do los siete cheques de gerencia en una planilla especial. Giussepe Di Francesco, gerente del Banco de Comercio, ha dicho que hizo esto teniendo en cuenta las circunstancias especiales que rodeaban el curso de esos documentos. En otra planilla aparecía un cheque por I/. 9'545,551.62 por otra operación bancaria.

Complicados en la operación de secuestro de los siete cheques, funcionarios del Banco Central de Reserva cuestionaron las planillas separadas y ordenaron que se hiciera una sola. Los primeros cheques que recibieron los personeros legales del Banco de Crédito fueron los siete del Banco de Comercio. Cumpliendo las instrucciones recibidas del Consejo de Gerencia, uno de los personeros se dirigió al Banco de Crédito para proceder a su asiento contable, mientras el otro se quedó recibiendo los demás cheques —más de 30 mil—entregados por otros bancos para su canje.

Cuando la operación ya estaba por completarse, llega a la Cámara de Compensación un empleado del Banco de Crédito, Miguel Puga Esquerre, enviado por el Comité de Administración para recoger todos los cheques.

El trampeador trampeado

Cuando Puga Esquerre llegó al banco con una bolsa repleta de cheques, fue recibido por Rómulo León Ramírez en el salón de direc­torio. Mientras León Ramírez felici­taba a su empleado porque había logrado entrar a la Cámara de Com­pensación del BCR y retirado los cheques sin ser personero autoriza­do, los demás interventores comenzaban a buscar los siete cheques de gerencia. De pronto, alguien gritó desesperado: “¡No están los siete cheques; maldita sea!”. Los 30,000 cheques, esparcidos sobre la enorme mesa del salón del directorio fueron revisados uno por uno, una y otra vez, hasta que los interventores, con el rostro desencajado, se convencieron de que, efectivamente, los siete cheques no se encontraban allí. León Ramírez cogió el teléfono y llamó a Pedro Coronado Labó, flamante presidente del BCR: “Nos han jodi­do... no están los cheques”, habría dicho. El empleado Puga Esquerre fue despedido poco menos que a patadas por León Ramírez.

Entretanto, los funcionarios auto­rizados del Banco de Crédito, en posesión de los siete cheques, pro­cedieron a contabilizar su ingreso, tanto en los libros como en el centro de cómputos. Desde ese momento la operación de compraventa de accio­nes quedó perfeccionada. Los che­ques, carentes ya de valor, podían ser archivados, microfilmados, y destrui­dos, como ocurre generalmente. Pero como cabía la posibilidad de que cayeran en manos de los interventores y éstos los hicieran desaparecer para alegar después que nunca habían llegado al banco y su contabilización había sido fraudulenta, el Consejo de Gerencia adoptó el acuerdo de depositarlos en custodia en una notarí­a con instrucciones de que únicamente fueran exhibidos a la Superintendencia de Banca y Seguros y a la autoridad judicial competente, comunicando esta decisión a la Superintendencia. Esta comunicación recién pudo ser cursada el jueves 12 por razones que veremos más adelante.

La noche triste

La noche del lunes nueve fue muy larga y vergonzosa para los interventores del Banco de Crédito. Se dice que el fracaso de la “operación secuestro” llenó de indignación presidente García, quien tomó la decisión de despedirlos a todos. Se dice también que Coronado Labó calmó los ánimos, se trazó una nueva “estrategia” y el único despedido fue Rómulo León Ramírez. Esa misma noche el Banco Central de Reserva anuncia públicamente la desaparición de los siete cheques y comunica que no procede considerar su monto de I/. 1,030'135,546.31 como saldo a favor del Banco de Comercio y en contra del Banco de Crédito en sus respectivas cuentas corrientes. Al filo de la medianoche se decide también declarar un feriado bancario en el Banco de Crédito con el pretexto de realizar un arqueo de valores e inventario físico y se nombra a Maximiliano Gamarra Ferreyra como nuevo presidente del Consejo de Administración. Gamarra, Superin­tendente de Banca y Seguros durante la dictadura velasquista, es un experto en operaciones bancarias.

El que busca no siempre encuentra

El martes y el miércoles el Banco de Crédito no abre sus oficinas para nadie, ni siquiera para sus empleados ni funcionarios. Expertos de la Supe­rintendencia, bajo la dirección de Gamarra, buscan los cheques, tratan de verificar si han sido registrados en los asientos contables. Pero no encuentran nada, sencillamente porque no saben buscar y porque toda la documentación está bajo llave. Usualmente, los feriados bancarios se declaran para no atender al público, pero empleados y funcionarios traba­jan a puerta cerrada y, en el caso de inspecciones de la Superintendencia, están a la mano para absolver cual­quier consulta, para presentar docu­mentos, etc. ¿Pensaban acaso los interventores que la documentación del banco, sobre todo los asientos contables, se quedan sobre los escri­torios, a la vista de todo el mundo, como volantes de circo?

Los cheques estaban a buen recaudo

La Superintendencia anuncia que en el arqueo hecho se ha comprobado que la operación de canje de los cheques no se encontraba contabili­zada en los registros del Banco de Crédito ni tampoco fueron físicamen­te contabilizados. El Banco Central de Reserva anuncia la desaparición de los siete cheques de gerencia y presenta una denuncia ante la Policía Fiscal. Los diarios gobiernistas gritan desde sus titulares: “Ladrones de guante blanco. Banqueros robaron billón de soles”.
El jueves 12, empleados y funcio­narios pueden volver a entrar a trabajar. Recién el Consejo de Geren­cia puede cumplir con uno de sus acuerdos adoptados el lunes nueve: ese día sus personeros dirigen una carta a Gerardo Malincovich Costa, Superintendente interino de Banca y Seguros, comunicándole todos los pasos dados en relación a los siete cheques de gerencia, desde su pre­sentación a la Cámara de Compen­sación del Banco Central de Reserva hasta su contabilización en los libros del Banco, y le comunican que esos documentos originales se encuentran depositados en custodia en la Notaría Pública del doctor Manuel Soya de la Piedra, “quien podrá exhibirlos a esa Superintendencia y/o Autoridad Judicial competente, si así lo requie­ren”.

¿Se quedó el APRA sin banco?

La desesperación hace olvidar las formas. Legalmente los feriados bancarios los decreta la Superinten­dencia. Pero ahora ya no importa quién los ordene. El Comité de Administración decreta un feriado bancario para el viernes. ¿Con qué objeto? Eliminar los asientos conta­bles, no se puede. Menos aun borrar la operación de las computadoras. Ese día los trabajadores del banco se quedaron sin cobrar su sueldo. Y la Policía Fiscal, con un fiscal y una corte de policías y periodistas, “descubre” los “cheques robados”, la “prueba del delito”, en la Notaría del doctor Noya. Las autoridades secuestran los che­ques, pero esto ahora ya no tiene importancia porque son documentos sin valor.

El lunes veremos si la comedia ha terminado o si sus protagonistas le añaden uno o más actos, en su desesperación por anular una opera­ción que ha hecho que —por lo menos legalmente— el Banco de Crédito se escape de las manos del gobierno aprista.

La destrucción del Banco de Crédito: venganza aprista

Entretanto, los continuos feriados bancarios están atentando no sólo contra los intereses propios de los ahorristas de ese banco, sino contra la economía del país en general porque, como dice la Confederación Nacional de Comerciantes en carta dirigida al ministro de Economía y Finanzas, el Banco de Crédito es el engranaje principal del circuito mone­tario del país, al que están íntimamen­te ligados los otros bancos, así como las gestiones que los diversos secto­res, tanto de la producción como del comercio de exportación e importa­ción, efectúan.

Como dice CONACO, la gran mayoría de las actividades de finan­ciación, cartas de crédito, transferen­cias, depósitos bancarios y retiros, así como operaciones con especies valoradas que se ejecutan en el país, están estrechamente ligadas a decisiones que emanan de consultas directas con el Banco de Crédito, lo que significa que gran parte del movimiento económico del país se efectúa con la participación del Banco de Crédito.

¿Será la venganza aprista la des­trucción de la primera institución bancaria y financiera del país?